Rincón Literario.



EL CHICO DE LA PULSERA

Uf, madre mía, que tarde se me ha hecho! Pensaba mientras cogía su rebeca

_ Maite estará cabreadísima esperándome, se dijo.

_Doña Manoli, me voy ya, se me ha hecho tardísimo, hasta mañana si Dios quiere

_Hasta mañana Julia, ¿me has planchado la camisa que te dije?

_Si, encima de su cama se la he dejado, me voy que mi amiga me mata hoy.

Julia dejó a su jefa en la cocina y salió zumbando, como diría su madre, al encuentro con su amiga, al llegar al barrio de Casas Blancas, Maite estaba esperando ya en la esquina de la panadería, la mayoría de las veces la esperaba en la casa donde trabaja o en el portal.

_Si está en la esquina, malo, es que ya lleva un buen rato, estará buena, con lo enfadona que es_ pensó

_Tú ¿qué?, siempre lo mismo, yo conocí a una que se murió esperando, cualquier día me voy y no te espero_ le regañó su amiga

_Anda, calla, calla, ¿pero que te has hecho en el pelo, nena? Pareces Michael Jackson- dijo Julia, ¿así se queda el moldeador que te ibas a poner?

Maite es morena de mediana estatura, delgada, de bonita figura, con grandes ojos negros y una boca de labios prominentes, había cambiado su corta melena por una tipo afro, llena de rizos que le hacían una cabezota grande y rara, esta se mostraba enfadada y la miraba esperando respuesta.

_A ver, hija, a mi doña se le ocurre a última hora que le vaya a comprar al super de Juan Fernández y que le planche una camisa que necesitaba para hoy, ya ves si no se la puede planchar ella en un momento o haberlo dicho antes, en fin,,

_y tu que eres tonta! Que es que te cogen la lana blanda y no espabilas.

Las dos trabajan en casa de unas profesoras, Julia en Pueblonuevo y Maite en las casas de los maestros, como se conoce popularmente a este lugar en el Barrio de Casa Blanca, como salen a la misma hora, se juntan allí para volver a sus casas en Peñarroya .

-Irás donde la Juani para que te arregle un poco, no?

_claro, algo me hará, fui ayer tarde a que me pusiera el moldeador y como es cosa nueva, no está muy puesta, me tiene que hacer algo por Dios, la feria empieza mañana y yo con estos pelos, nunca mejor dicho,

_ya, y tú que antes de que salga algo ya te lo quieres colocar, eso te pasa por impaciente.

_por cierto julia, tu camisa blanca bordada ya sabes que es para mi al menos un día, si quieres te presto yo mi falda de vuelo.

Maite tiene carácter y le gusta salirse con la suya, en cambio Julia es más paciente y la mayoría de las veces le sigue la corriente.

Maite, ¿tu crees que vendrán? Pregunta Julia

-¿Quien? Ahh ya, uff lo mismo, yo que sé.

Conversando van llegando al puente, el día está un poco gris pero con una temperatura agradable y las rebecas acaban atadas a la cintura, sobre los vaqueros.

_Mira, ya está todo montado, y de atracciones que hay este año, ya sabes que nos tenemos que subir en la noria grande y en el tren de la bruja jeje como esté bueno, me pido cachondearme del de la escoba.

_eres tremendaaa ja ja ja

Las escuelas del rodeo presidian todo el espacio de alrededor lleno de atracciones y del bar del Punto hasta el parque estaba todo lleno de puestos, preparados para empezar las fiestas, las vecinas daban los últimos retoques a las fachadas de sus casas, los adornos de luces cruzaban la calle desde el Punto a la Farola y el peñón observaba desde el fondo otro año más de feria.

El día siguiente amaneció soleado y a primeros de Octubre el sol del membrillo, como dicen por aquí, picaba aún bastante. Doña Manoli había dejado salir a Julia un poco antes por si quería ir a ver la procesión de la Virgen del Rosario, así que Julia llamó discretamente en la puerta de la casa donde servía Maite por si había terminado, no solía hacerlo, por si molestaba, pero esta vez se atrevió por si su jefa había coincidido con la suya y así poderse ir juntas como siempre. Su amiga no tardó en abrir…. qué guapa, que cambio, estaba monísima, pensó.

_¿ te vienes? _ si, espera que coja la chaqueta.

_Vámonos, hoy si que si, estás guapísima, ayer no hubiera apostado yo a que te ligaras ni al de la escoba, jejeje, lo mismo se hubiera asustado y la hubiera emprendio a escobazos contigo, j ja ja,

_Uhm,, mira que graciosa la niña…me ha dejado bien ,¿ verdad? ¿vamos a ir a la procesión? Aunque yo creo que ya habrá salido.

Las dos caminan para sus casas.

_ No nos dará tiempo, se podían haber enrollado las jefas y ya que se han puesto, habernos dado el día libre hoy, pero trabajando en las casas ya se sabe.

Julia dejó a su amiga en su casa y quedaron para las 7 en la puerta de esta.

A las 7 menos cuarto, Julia se miraba en el espejo del armario de su habitación, había elegido ponerse su camisa blanca bordada de cuello tirilla y cruzada, ya que sin duda Maite se la querrá poner otro día y su WRANGLER nuevo que le quedaba divino, la chaqueta azul marino de ganchillo que le había hecho su madre, sería el complemento perfecto para cuando caiga más la noche que hace más frio, se miraba una y otra vez de todas formas en el espejo y

siempre se sacaba algún defecto, pero esta tarde pasó un poco de eso, su morena y ondulada melena caía por los hombros; momentos antes , se secaba el pelo al sol y el aire del peñón en la esquina de su casa, no le gustaba para nada el secador, ella tenía un pelo agraciado, aunque eso si, un poco rebelde, así que iba siempre como un poco loca. Se pintaba lo justo, una raya baja en los ojos marrones que hacía su mirada más intensa y un poco de rímel, perfilaba sólo un poco sus cejas y su boca pequeña dibujaban unos labios pintados de rosa oscuro, tenía una cara alegre casi de niña y le gustaba darse el visto bueno ante el espejo con una sonrisa.

Se colocó sus zapatos negros de tacón fino no demasiado alto y su bolso del mismo color en bandolera, se perfumó con ”promise of heaven” de AVON y se despidió de sus padres, preguntando a qué hora podía volver, su padre le dijo que tenía permiso hasta las doce y ella refunfuñó para que la dejaran más tarde pero no consiguió nada.

Ya sonaban los cohetes y se dio prisa en recoger a Maite, cuando llegó esta ya la estaba esperando en la puerta así que se fueron para el parque y bajaron acompañando a los cabezudos entre el jolgorio del gentío y los cohetes hasta las atracciones. Su primera parada sin duda , los coches de tope, se quedaron por allí un rato, no se decidía ninguna a conducir y esperaban que algún vecino o conocido les invitara a subir, Julia estaba un poco distraída en sus pensamientos cuando un joven alto pasó de largo por su lado aparcando uno de los coches y le guiño un ojo, pronto sintió un codazo de Maite _nena , has visto tía, el feriante te ha guiñado un ojo, ya lleva un rato mirándote, ¿no te has dado cuenta? Pues no, estaba en otro lado, contestó julia

_Pues no está nada mal y el otro moreno que anda con los coches también, ya te digo.

Maite sin duda le había echado el ojo al compañero, un moreno de pelo rizado corto, algo más bajo que el otro.

_está macizorro y también enfadado con la cuchilla por lo que veo, pero al puñetero le sienta bien ese renegreo en la cara.

_ Maite, que te embalas,, ea ya le estas coqueteando, si es que te gusta comprometer so joía, anda estate quieta y no los mires que los va a traer para acá, nenaaaa

Al lado de Julia aparece el chico alto, juagando con la ficha que usan para mover los coches, y le dice a esta con cara de chiste que tenía “er pelo asú,” ella no le entendió muy bien, se rieron y después de repetir la frase, se dio cuenta que algún pelo traicionero quedó aún con resto de pintura después de pintar en casa, y fue la excusa para que el muchacho entablara conversación, seguidamente se acercó el otro chico, les cayeron simpáticos , iban y venían a su trabajo mientras bromeaban con ellas, después subieron en la gran noria y allí se encontraron con otras amigas con las que subieron hasta el parque contando entre risas la aventura con los feriantes, y allí dejaron a Julia que ya tenía que volver a casa.

Aquella noche a pesar de haberlo pasado muy divertido con los dos feriantes, ella se durmió pensando en si vendrían, en si llegarían, si harían honor a su promesa de volver para la feria.

Los tres siguientes días pasaron rápido, por las mañanas iban al trabajo y al volver para casa, julia no dejada de mirar discretamente a los lados, a veces ni escuchaba lo que Maite le venía

diciendo y esta se molestaba reprochándole que estaba en el limbo, Julia intentaba mostrarle atención pero sin querer sus ojos y su mente buscaban ese 127 color tierra, con el que decían que iban a venir, pero no aparecía. Por las tardes cuando bajaba a la feria, lo pasaba bien con las amigas, habían ido al cine Cruz a ver, “Adiós, cigüeña, adiós” que les gustó mucho y “La batalla de los simios gigantes” que no tanto, otra noche fueron a la disco que había frente al cine , las paradas obligatorias a los puestos de marroquinería y a las atracciones eran diarias y Maite consiguió que el del tren de la bruja le diera la escoba, Julia no consiguió que su padre la dejara más tarde de las doce y le daba rabia que las demás se quedaban y ella debía irse cuando mejor se lo estaban pasando, aunque cada noche se acostaba pensando en lo mismo, mientras a lo lejos se oía la música de un montón de canciones revueltas, el vocerón del de la tómbola y la sirenas de las atracciones, ella seguía pensando en aquella promesa.

La tarde siguiente amenazaba lluvia, las nubes querían cubrir el peñón poco a poco, mientras secaba su pelo al aire en la esquina, Julia recordaba esas palabras dichas casi en un susurro a su lado_ ¡eres tu!_ y aún se estremecía su corazón como entonces, ¿le habría dicho la verdad? Ella se consideraba poca cosa, aunque luchaba porque no se le notara demasiado. La llegada de Maite la sacó de su pensamiento, _ nena vengo a por tu camisa blanca, anda, dejamela, hoy no sé que ponerme tía, de esos días en que no me veo bien con nada, y tu ¿qué te vas a poner? _no sé, pero creo que va a llover así que algo que me tape_ Las amigas estuvieron un rato enredando con la ropa probándosela delante del espejo, mientras canturreaban con Los Pecos y entre risas especulaban sobre cómo se les daría la noche, después Maite se marchó con la camisa quedando en que Julia como siempre pasara por su casa a recogerla. Julia decidió ponerse una cazadora azul marino impermeable por si acaso llovía, sus vaqueros y las camperas, iba cómoda.

Cuando llegaron a la feria se fueron como siempre para los coches de tope, había empezado a caer grandes goterones y pasaron allí el chaparrón, cuando este cesó subieron hasta la farola y entraron en la dulcería, se compraron un pastel y subieron arriba al pub por si estaban las demás allí, pero no las vieron, miraron también en frente, pero justo cuando salian del bar San Fernando sin que dieran señales de vida oyeron chistear detrás de ellas, se miraron y al volver la vista a Julia se le encogió el alma, mientras Maite se echaba la mano a la boca riendo un tanto sorprendida, ¡eran ellos, habían venido! Casi en el último día pero habían venido.

-Ey, ey, ¿pero dónde van estas chavalas tan guapas!

_pero bueno al final habeis venido, jo qué fuerte! Acertó a decir Maite entre asombro y alegría mientras se daban entre ellos un abrazo.

_Qué y qué os contais, que tal llevais la fería? Por poco no venimos, comentaba Pedro, pero aquí estamos, además lo prometido es deuda, ¿verdad Cesar? Añadió con un tono picarón.

_ A ver, a ver, había que venir a ver a estas chavalas tan majas_ respondió Cesar con una gran sonrisa mientras alborotaba el pelo de Julia, por encima de la cabeza, esta estaba aún aturdida y un poco nerviosa. Los chicos plantearon de ir para la bodega de Torres a tomar algo pero ellas contestaron que ya era tarde, y que Julia tenía que volver a casa a las 12, los jóvenes

se ofrecieron a acompañarla no sin un poco de contrariedad por parte de todos ya que apenas se habían visto.

La lluvia empezó a caer finita y Julia se sentía mal de que se mojaran por acompañarla aunque en el fondo lo deseaba con todas sus fuerzas, casi iban corriendo. Cesar se había quitado su cazadora de cuero y tapaba sus cabezas, Pedro hizo lo mismo con Maite.

Se despidieron en la esquina de abajo de la calle de Julia, quedando para el día siguiente, y Cesar se le acercó y le susurró al oído _si se te cae tu zapato de cristal es para mi, ya sabes.. Buenas noches mi Cenicienta- dejando caer suavemente en sus manos una pulsera.

Cuando ella quiso reaccionar el muchacho corría alcanzando a los otros dos jóvenes, guardo casi sin mirar la pulsera en el bolsillo de su vaquero y corrió también hacia su casa, le abrió su madre la puerta _ anda que vienes chorreando, hija no perdonais una_ le dijo sonriendo, Julia aprovechó para pedirle que convenciera a su padre para que al día siguiente que eran los fuegos la dejara regresar más tarde.

Se acostó pensando en ese chico de pelo castaño rizado y hombros caídos, en su gran sonrisa, en aquella tarde de primeros de Agosto en que accidentalmente chocaron en la esquina del bar Porras, ella iba corriendo para pillar el autobús para pueblonuevo y al volver la esquina no lo vio, después del porrazo tonto y de las disculpas sus ojos se encontraron, él le dedicó una suave sonrisa y se marchó mirando alguna vez para atrás coincidiendo con ella que hacía lo mismo desde la parada. No volvió a verlo hasta en la feria de Pueblonuevo en la que Julia iba con sus amigas y volvió a tropezar con ella. _ ey, ey, chacho mira por donde andas, casi me caes_ dijo ella mientras soltaba el brazo de Maite a la que agarró por inercia, casi sin mirarle.

_Perdón, perdón, ¿chaval estás tonto o qué? Este tío es tonto pues no va y me empuja_ dijo César dirigiéndose a su amigo ¡anda pero si tu eres la chica con la que choqué en la esquina! o ¿me equivoco? Sonrió _Ea, niña nuestro destino es encontrarnos.

_si, si, y también a choquetazos, ya te vale, tu lo que eres un caradura_ contestó ella, mientras veía como los demás se reían, uno de ellos era Pedro amigo de él, los chicos se presentaron y pasaron el resto de la noche con ellas, en la última semana de Agosto volvieron a encontrarse por la farola y desde entonces la pandilla pasaba un rato todas las tardes en el parque contando anécdotas del norte donde vivían, de cómo hablaban , a las chicas les caía en gracia; Julia recordaba esos momentos mientras miraba su pulsera, unos corazones enlazados atravesados por una flecha y grabado en ellos, I love you, era como de metal, masculina, suya y ahora de ella y también cuando después de que una tarde en el parque él dijera que una de ellas le gustaba, el día que se despidieron con la promesa de venir para la feria le confesara susurrándole al oído-eres tu_

El día siguiente era el día de la Hispanidad y el final de la feria, como era fiesta las amigas no trabajaron y salieron a mediodía un rato a la feria donde se juntaron con los chicos, estos venían acompañados además de un hermano y hermana de Pedro y el novio de esta, a Maite no le pasó desapercibido Juan, el hermano de Pedro ni a este ella, ella coqueteaba con él sutilmente y a este le agradaba, la verdad es que se juntó una buena pandilla, subieron en los coches de tope chocando unos con otros, Julia por supuesto con Cesar, mientras Camilo Sesto

cantaba con el viento a su favor, sentía su mirada clavada en ella y le rezaba a Dios porque no se pusiera colorada.

El paso por el puesto de las escopetillas por los chicos, les dejó un rato divertido porque no consiguieron ningún trofeo, ni pescaron ningún pato en el estanque, luego caminaron para el parque y Maite y Julia se fueron a casa para comer.

Por la noche volvieron a la feria y junto a los hermanos y Cesar estuvieron un rato en la bodega de Torres, el vino quitapesares corría por las mesas pero ellos pidieron fanta y coca-cola, las rumbas de Los Chichos y Los Chunguitos daban un buen ambiente que ellos disfrutaban más por vivir en el norte y con palmas acompañaron sus canciones, después bajaron para la disco y cuando llegaron las canciones lentas, Cesar no tardó en invitar a Julia a bailar y Juan a Maite, aquella balada de Bee Gees era irresistible y aunque Julia no quería pegarse mucho a él porque su corazón parecía que se le iba a salir del pecho y no quería que él lo notara se dejó llevar cuando este la atrajo hacia su pecho y acariciándole suavemente el cabello casi le acomodó la cabeza en el, ella también notó como él tragaba saliva al sentirla tan cerca, bailaron casi dormidos, en silencio ,mientras Perales le cantaba al amor, ella a la vez que lo deseaba , tenía miedo de que él intentara besarla, pues no había besado antes a ningún chico y se sentía insegura, pero él no lo intentó, solo le apretaba de vez en cuando contra si como no queriendo separase nunca de ella y se le escapaba un pequeño suspiro, ella le dio las gracias por la pulsera y él le dijo que sabía que no era muy bonita para una chica, que era suya, _cosas de chicos ya sabes_ , pero que ponía grabado lo que él sentía y quería que ella la tuviera, que no había dejado de pensar en ella desde que se chocó en la esquina, ella le dijo que también había pensando en él y sonriéndole dulcemente volvió a acomodar la cabeza en su pecho antes de que él quizá intentara besarla.

Pedro avisó a los bailarines que eran casi las doce y empezaban los fuegos artificiales y todos salieron deprisa entre risas y bromas para llegar al rodeo y verlos de cerca no sin antes percatarse de que Julia no había dicho de irse a casa como las otras noches, Maite se burlaba_ esta noche la has hecho buena, tu padre verás_ ella sonriendo resignada contestó que estaría hasta después de los fuegos.

Ya en el rodeo ,Cesar agarrando a Julia de la mano tiró de ella discretamente hacia un lugar más apartado mientras los demás miraban los fuegos, ella le siguió sin dudar, sabía que les quedaba poco tiempo y aunque nerviosa quiso aprovecharlo, ya no importaba nada, los jóvenes se abrazaron y mientras ella le confesaba que sentía también por él lo que decía su pulsera , el elevando su barbilla acercó sus labios a los suyos y los besó primero dulcemente y luego se dejaron llevar en un beso más profundo, él le contó que al día siguiente temprano se volvían a la otra punta de España y que en unos meses se iba a hacer el servicio militar pero que ya era dueña de su corazón , volvieron a besarse para después volver con los demás antes que los echaran de menos y ya todos juntos volvieron a las atracciones, Julia se despidió de los amigos y después César , Maite y Juan la acompañaron para la casa ya en la esquina de la calle su chico le entregó un pequeño papel doblado y le dijo cuando se despedía de ella,_ escríbeme por favor_ y así lo vio alejarse con los demás en la oscuridad de la noche, sintiendo como una congoja que le apretaba el pecho, queriendo que el tiempo no hubiera pasado ni lo hubiera alejado de ella.

Sin duda, siempre recordará su primer beso de amor bajo un cielo de fiesta vestido de luces de colores, en aquella noche de feria que fue distinta a las demás.

Lola Caballero. 4 de Octubre 2015

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